martes, 4 de enero de 2011

LAS VIDAS DE LOS ANFIBIOS: APRENDER A RAZONAR SIN BRANQUIAS



El primer prehombre al que se le calentó la lengua entre los arduos filos del silencio por falta de lenguaje verbal articulado fue luego a un canchal a buscar cantos con posibilidades balísticas. Exasperado aún, estrelló uno con otros y halló en el interior de la piedra el cuchillo, que tanto le iba a ayudar en lo por venir.

Tras el alarido y la interjección, vinieron unidades del lexicón primario: mama, papa (=comida), pan y algún otro. Y después, el insulto. La red fue creciendo como zarzal borde y la maraña alcanzó el relieve, la meteorología y la superstición. El pastoreo nómada levantó una dorada polvareda de palabras; y fue la mujer, con los desnudos pies hundidos en la tierra de aluvión, quien con sentido práctico-ornamental escondió la primera semilla de cereal, de legumbre y, atendiendo a la gula de su marido e hijos, de frutal. Et voilà, le dictionnaire!

Se ha dicho que el pensamiento no es otra cosa que el propio lenguaje; y de ello se ha colegido que hablar es argumentar. En este sentido, las palabras que más pesan, las más macizas serían aquellas que se han empapado en la lógica (tenida esta como incontenido decálogo de leyes naturales que gobiernan el universo y, por ende, la cuajada cabeza del hombre). Atómica potencia poseería la razón (porque lo que es, es); tanta potencia...y tanta debilidad suprema: la corta una cuchara, la atraviesa una mosca, un hombre puede poseer un kilo y mil hombres juntos ni un gramo. Uno se emborracha de ella y la hace perder a otros que no la poseían.

Tan aplastante pero tan liviana; tan universal pero tan rara. Ha diezmado a la humanidad tanto por exceso como por ayuno. ¿Pero dónde abonarse? Parece que se posee alguna (bajo la etiqueta de "sentido común") por ser consustancial(?) al ser humano. Pero, en serio, ¿cómo hallarla? Se estudia algo en la asignatura de filosofía durante las enseñanzas medias, y también en la facultad correspondiente -supongo-. Claro, que si hay que ser filósofo para tener sentido común, pues andamos listos. No obstante, hay un atajo donde si no hay fuente, sí al menos aguador. Por psitacismo, como hacen tantos tertulianos, escritores de blog o aficionados al balompié: copiemos las palabras, las frases, la gestualidad y hasta...los argumentos de entrenadores, novelistas o, en nuestro caso, de filósofos. ¡A imitar! Hay que fijarse en aquellos que dieron con donaire el salto del insulto al sutil razonamiento; no nos quedemos a medio camino y nos pase como a algunos anfibios uródelos: en su circular metamorfosis, no llegan a la meta, a la adultez, y se mueven en las charcas o en las cavernas arrastrando penosamente las branquias de su adolescencia constante. El ajeno proteo, el gustoso ajolote.

No soy yo perito en razones pero os puedo recomendar un libro que se puede leer a sorbos perdidos pues sus capitulillos constan de dos páginas; en cada uno de ellos se dejan en evidencia los fallos (falacias) de quienes se creen que somos torpes criaturas de ciénaga: ¿SE CREEN QUE SOMOS TONTOS? es su título.


Os propongo también un programa de radio de la cadena Ser, el Kiosco filosófico.
Los pensadores-decidores Manuel Cruz y Manuel Delgado repasan los temas de actualidad rebozados en filosofía cada miércoles pasadas las cinco de la tarde. Os dejo un enlace donde podréis encontrarlo (no olvidéis que en la prueba PAU tendrás que aprender a reconocer argumentos y a valerte de ellos para valorar un texto).

ACTIVIDAD
Si escucháis el programa del que os hablo en el último pàrrafo y me mandáis al correo un resumen de los temas tratados con sus argumentos o me enseñáis la libreta con este mismo resumen, tendréis una nota extra.



La Ventana 3 Bolque 01/09/10
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