miércoles, 23 de febrero de 2011

EL TATUADOR ENERVADO Y LOS VENCEJOS: ACENTUACIÓN GRÁFICA DE ANTROPÓNIMOS





No bien hubo entrado en el aula Don José Prats, provecto y mineral como blasón o conseja,
aprestamos los pabellones auditivos de podencos.
-Chiquitos, responded a las actividades sobre polinomios de la página... Mientras, él corregía los controles del día anterior. -¡Fulanito! -no hacía falta emitir el verbo en imperativo. A. R. V., compinche y compañero de laceraciones, podas, lanzamientos, luxaciones y melancolías se levantó y flotando llegó junto al viejo maestro. -¿Es que no sabes escribir bien tu propio nombre? -díjole con una incontenida calma. -Lleva tilde aquí, y esta letra, además de ser mayúscula, debe parecerlo. -Glup, glup -acertó tan solo a emitir la tráquea colectiva. Ningún comentario más sobre el examen al azorado alumno. Lición esa fue de ortografías. Y bastó. Nos adoctrinó de acentos en clase de matemáticas. Hoy los alumnos aseguran que jamás profesor alguno les ha dicho nada de las tildes de sus nombres; y acusan recibo de supuesta culpabilidad al policía nacional que los tecleó en la rigidez tarjetaria. "Pues en mi DNI no los pone". Y de la burra no se apean.

Dicen que en tiempos de los britanos uno de sus dioses, Lleullaw, harto de que ninguno de aquellos ebrios bebedores de cerveza pronunciase bien su nombre-y aun menos lo escribiera- les condenó a la privación de las tildes. Nunca, en lo porvenir, la tendrían en sus cuadernos y debieran espolear como jaca la memoria bárbara para balbucear con ortodoxia en su lengua. Esto no basta para comprender la ausencia de acentuación gráfica en el idioma que de aquella se ha derivado. A nadie que hable o que esté estudiando para
hablar por el inglés he oído quejarse del despoblamiento de vencejos que sufren los pizarrosos cielos de la lengua imperial.

Rescato del magín una historia, ya no sé si vivida u oída, sobre cierto tatuador enervado. Se trataba de un recluta que en plaza norteafricana una tarde de asueto compuso -usando un mecanismo de monito palmero, una pila de petaca, una aguja encontrada en la taquilla y los planos que le proporcionó el cabo furriel- un kit de tatuar. ¡Y anda mi padre si tatuó! Un cabo primero, con algunas letras, lo amonestó de tildes. Y siguiendo la cadencia del monito, inyectó tinta en alamares sobre antebrazos gordezuelos o magros a la par que trabucaba sílabas: la Cármen fue Káren y las Sónias, Antónias; y todas con tilde. Regañado que fue, abominó del signo volador que se detiene en cielo de papel como cernícalo. Cuántos cuarentones andariegos no se verán paseantes de playa con yerros en las dermis por enfática inobservancia o continuado despecho...

Habría que relacionar el asco de acentos con ciertos fenómenos que la sociolingüística etiqueta de mortalidad lingüística. Sí, son como las miasmas que atraviesan los puentes de la n, o los umbrales de la u, o los entresijos de la s, y que terminan sumiéndose por los OjOs de las oes. El salpullido o angiloma -según pertinacia- debiera colorear la cara del escribidor hablante. Uno de estos maleficios es el (mal)uso que de los antropónimos hacen los papás
al bautizar con nombres que marcan más que hierro candente en pata de muleto (hágase visita a parque y sáquese oído de paseo a discreción, a ver si soporta concierto de estridencias).

En nuestro kindergarten del entresuelo el ovillo se enreda más, como madreselva y zarzal borde en botánica coyunda, por los fenómenos de lenguas en contacto. Es muy corriente que el nombre de pila del parvulito sea en valenciano y los apellidos suenen a Castellano (Castilla es muy ancha) o al revés, que fuera sacado de la iglesia por el castellano pero que sus padres estén asentados como Sanchis y Benavent. ¿Cómo se escribirán los apellidos?, y el nombre ¿se castellanizará o valencianizará?, ¿la tilde será
abierta o cerrada?(obsérvense carteles -el de la diestra es ejemplo- , rótulos comerciales o neones que ilustrarán mejor que los libros del registro civil). Ni los libros de estilo de los periódicos de solera se ponen de acuerdo sobre el tal, ni el mismo repórter Tribulete sigue las normas del patrón de El chafardero indomable, ni siquiera el criterio personal es el mismo en toda ocasión. Aquí todo está por rascar; alejémonos pues del acuminoso y urticante sembrado de enceradas berenjenas.

Al pupilo habrá que darle lección y criterio -no hay prisa, sí urgencia-; aunque antes se le mostrará que las tilde son un privilegio villano, una norma afable como las de la Oca y un punzón sobre el recazo del cortaplumas de óptimo bachiller. Que el orgullo del nombre propio no reside mayormente en el grafismo (para eso está la firma) sino en la pertenencia a una comunidad lingüística y, por ende, social a la que uno está apuntado y paga cuota. Decir que cada uno garabatee su mote, añadiendo letras alienas al idioma común, o que lo pronuncie cambiando a capricho o albur la prosodia es despreciar el valor simbólico del lenguaje y cercenarle a los onomas su riqueza ostensiva. Pepe es más simbólico que el signo extravagante que un alfeñique cantante, anteriormente conocido como Prince, se mandó diseñar. Y lo es, hablo de Pepe, por pertenecer a un código aceitado como calibre de Jaeger LeCoultre. (Por el contrario, menudean entre nosotros nombres propios con consonantes
o grupos consonánticos ajenos al castellano que sin ningún criterio más allá del visual se añaden como torpes prótesis, al estilo de Raphael. Es la preponderancia de lo visual, y se utilizan adhesiones que entorpecen como artrosis la articulación de los símbolos que cada vez se parecerán más a los cuadros que algún adelantado simio de zoo compone -lo que en un oranguntán es noticia, en humano es tristura-).

Para encontrar miel, las abejas, ese ganado menor que liba en las copas olímpicas la ambrosía, se dan instrucciones precisas para que ni una violeta se pierda. No fallan: bordan los dictados. No se les ocurre añadir una Y acá o una TH allá o la J acullá. No dicen thomillo, ni jazmyn ni pensamjento. Y no se equivocan nunca en indicar el alhelí.

Ya no llueve como antes. Como cuando en las calles sin asfaltar los charcos exigían katiuskas y la nación de los vencejos era innúmera. Una nube duraba quince días seguidos y las aves encontraban guarida bajo los estrechos voladizos del tejado del instituto de bachillerato. Se los veía en abigarrada quietud, ansiosos por aprovechar la escampada para sobrevolar las huertas perdidas y revolotear en algarada sobre las ordenadas cosechas, altivos, oscuros y formidables como ACENTOS.



ACTIVIDADES:
1)Deberás escribir tu nombre y apellidos y razonar por qué llevan o no tilde tanto si sigues la gramática del castellano como la del valenciano. Mira el siguiente ejemplo:
-Castellano: Antonio no lleva tilde porque es una palabra llana y acaba en vocal; Herrerías lleva porque es llana y la necesita para indicar que es un hiato; Miralles no lleva porque es llana y acaba en -s.
-Valenciano: Antoni no lleva porque es llana y acaba en vocal; Herrerías no llevaría en valenciano porque la i no forma diptongo con la vocal siguiente (además, es un apellido que sigue la naturaleza idiomática del castellano pues en valenciano sería Ferreries); Miralles no llevaría tilde pues es llana y acaba en -s (este apellido, aunque no es de origen castellano, lleva siglos difundido por distintas zonas de España donde el castellano es la lengua materna).
-Conclusión: mi nombre se escribe así (Antonio Herrerías Miralles) porque sigue las normas propias del castellano.
-Si tu nombre o apellidos no son ni castellanos ni valencianos, puedes explicar cómo se escribirían si siguieran las normas del castellano; en todo caso, puedes investigar cuál es su origen e incorporar los datos a tu explicación.

2) Aplica la corrección ortográfica al cartel superior (el de jose gandia). Puedes enviar al correo fotos donde aparezcan nombres o apellidos mal escritos (sin las tildes...) como el que aparece en la foto (jose gandia fotografo); cada foto, una nota extra.

3) Señala una metáfora muy importante en el texto y explícala (indica el término real o tenor y el término irreal o vehículo).

(No olvides que el objetivo de esta actividad es que entiendas que tu nombre debe seguir las mismas normas que afectan a otras palabras de la lengua a la que pertenece, y que es una falta de ortografía no aplicárselas. Debes sentir el orgullo de escribirlo bien, al mismo tiempo que evitas que se te baje la nota en un examen…)

Aquí dejo dos enlaces que tienen al antropónimo como tema; el primero es un profundo análisis de los nombres en los medios de comunicación; el segundo, sobre ciertas condiciones administrativas a la hora de ponerle el nombre a un niño...