He esperado a que estéis todos, y Juan Ramón Barat también (porque hay que respetar al que lee pero al que fabrica lectores habría que honrarlo). Así que don Juan Ramón, y nunca habré de apearlo del don como nunca se le apeó al ilustre hidalgo cuya historia que anda en escrito nadie lee.
He esperado a que estéis todos, digo, para mostrar queja. Los libros de este autor Barat os suscitan el interés, os guían la imaginación y en vez de matar, crean el tiempo en el que vive quien los abre.
Luego, a mí me cuesta mantener la programación de las otras lecturas porque razonáis que no son parecidas a los de J. R. Barat y que en vez de alas cadenas ponen.
Ah, y también tengo queja por que sintiendo las palabras del autor, de amenidad, cercanía y viveza vestidas, no querréis oírme en clase; y sé bien que cuando diga "Abrid los cuadernos", cerraréis los oídos a la vez.
Hasta aquí sé que tanto el artista como, supongo, vosotros me habréis entendido la perfección de mi sentido -no de los términos, claro-. Acojamos al autor como antes hicisteis con su obra, con calor -hoy es menester más que nunca-, respeto y emoción, la de la presencia de Juan Ramón -don- entre nosotros.
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