He esperado a que estéis todos, y Juan Ramón Barat también (porque hay que respetar al que lee pero al que fabrica lectores habría que honrarlo). Así que don Juan Ramón, y nunca habré de apearlo del don como nunca se le apeó al ilustre hidalgo cuya historia que anda en escrito nadie lee.
He esperado a que estéis todos, digo, para mostrar queja. Los libros de este autor Barat os suscitan el interés, os guían la imaginación y en vez de matar, crean el tiempo en el que vive quien los abre.
Luego, a mí me cuesta mantener la programación de las otras lecturas porque razonáis que no son parecidas a los de J. R. Barat y que en vez de alas cadenas ponen.
Ah, y también tengo queja por que sintiendo las palabras del autor, de amenidad, cercanía y viveza vestidas, no querréis oírme en clase; y sé bien que cuando diga "Abrid los cuadernos", cerraréis los oídos a la vez.
Hasta aquí sé que tanto el artista como, supongo, vosotros me habréis entendido la perfección de mi sentido -no de los términos, claro-. Acojamos al autor como antes hicisteis con su obra, con calor -hoy es menester más que nunca-, respeto y emoción, la de la presencia de Juan Ramón -don- entre nosotros.
Permitidme
que para presentaros al invitado que hoy nos honra con su compañía
os hable con brevedad de la palabra, el fuego, la
realidad y también de un secuestro.
Se
ha explicado falsamente que el ser humano controló el fuego para
optimizar su alimentación, trasformar el entorno y aprovecharse de ello. Esto no se puede creer según parece. Habrá
que imaginar a los hombres primeros cobijados bajo una roca,
en un abrigo rupestre. Para soportar la soledad y alejar el miedo se
ponían a escuchar a aquel que en el clan mejor hacía brillar las
palabras (el chamán, el adivino, el más clarividente de entre
ellos). Con el fuego encendido cerca, las historias podían alargarse
y entre las llamas los sucesos narrados arrojaban sombras. La
palabra por tanto precedió al fuego. Al amanecer, aquellos oyentes
ensimismados buscaban materializar en la realidad las historias
nocturnas. Se creaba la vida a partir de la voz de quien les había
dado el ánimo. La literatura había creado la vida, y esta es la
historia de la humanidad: la creación de la realidad con la
palabra.
Cuando el señor Barat compuso
su libro Deja en paz a los muertos planificó una realidad que
nosotros estamos siguiendo, viviendo: esta charla es la prueba, con
la literatura hacemos la vida.
Ah,
y cuidado, no os pase como a aquel Ángel Rosé y seáis cautivados -secuestrados en realidad- en este caso por el fuego de la palabra de
Juan Ramón Barat.
ERRORES DEL PROFESOR DE CASTELLANO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS
Párrafo 1
Soy profesor de castellano y, entre otras circunstancias, esta es la razón por la que no suelo despistarme con la ortografia ni la composición. Mi preparación no ha sido de un día para otro; empezó hace algunos decénios con la lectura... Contra más leíamás se me quedaban las letras, ora dentro de la palabra, ora dispuestas en la oración. De noche podía cerrar los ojos y aquellas, unidas con otras como las onzas en una tableta de chocolate, aparecían luminosas flotando en el éter, doradas, esplendentes, correctas. La almoada, detrás mío, era el atril desde el que mi cerebro pasava revista febril a las frases oídas en la lección de la escuela: contra más apretaba los párpados contra los globos oculares más grabadas se quedaban. Este era el método para repasar ortografía y expresión desplegadas en dictados y redacciones.
Párrafo 2
Este sistema, bizarro y particular -pues jamás he leído sobre él y me tengo yo como su inventor- me fue más útil que el estudio directo y árido de las abstrusas reglas que, recluidas en recuadros, nos hacían aprender. Ahora, profesor de professión, he dado el justo valor a ambos dos: el sistema de apretar los ojos para retener las imágenes soñadas, y el de la memorización. Contar esto a mis alumnos ahora sería, cuanto menos, embarazoso. Admiran ellos la seriedad y el esfuerzo, pero no tanto la extravagancia. A nivel de reglas de ortografía, no se ha valorado con justicia los esfuerzos de aquellos que nos hemos salido del camino trillado, por donde discurren la mayoría (y ya sabemos que esta, la mayoría, siempre posee la verdad). Preveyendo que no se me tendrá por un profesor serio, nunca he comunicado mi descubrimiento de infancia; sé que sería de mucho provecho, tanto que no harían falta libros de ortografía, solo una almohada blanda o un cogín maullido.
Párrafo 3
Claro que si las editoriales que venden libros de texto tubieran conocimiento de mi modo de aprender bes y uves, y el modo recto de escribir, totalmente gratuito, me boicotearían... en base a las pérdidas que les provocaría que todos los niños y jóvenes renunciasen a los libros por una cama, o una porción de césped edénico, en los que reposar y repasar, con los ojos cerrados.
Párrafo 4
Habría que aprovechar todos los recursos pedagógicos -lógicos y disparatados- para tatuar en la delgadísima piel del hemisferio izquierdo las ansias de corrección. Lo primero, decir, a este respecto, que hay que utilizar agujas de nanometría (las únicas que pueden infiltrar letras en los sentimientos). A nivel de ejemplo, si un alumno se queda líbido porque ha escrito mal la palabra “memoria”, habrá que aprovechar el cambio de color (a blanco, para la mímesis con la pared) del alumno para destacar el rotundo error: el humor hará de lo grave, amable leczión.
Párrafo 5
Con la ortografía, el asunto a tratar será el de la memoria afectiva-efectiva. La vergüenza, el pundonór, la palidez, el afecto , la gravedad, y demás son las normas.
Después de leer el texto al que te conducirá el enlace anterior, estarás preparado para comprobar si el texto superior (superior solo en posición, que no necesariamente en calidad o corrección), escrito por tu profesor de castellano (Antonio Herrerías) contiene virus que se manifiestan en corona de errores de expresión.
1) Lee el texto; anota las palabras que no entiendas. 2) Busca las palabras en el diccionario de la RAE o en cualquier otro. Anota en un documento sus significados. 3) Explica en un texto breve (y sin faltas, pasa el corrector ortográfico) cómo dice el profesor en el texto que se aprende ortografía (3-5 líneas).
Has de atrapar virus... La actividad que viene a continuación es la más extensa; podrás emplear varias sesiones para responderla...
4) Date el placer, pues durante este confinamiento estarás aburrido en casa, de corregir a tu profesor. Para ello copia el fragmento donde consideres que el profesor ha cometido un error y rectifícalo (indica también el número del párrafo donde esté), has de poner cómo se diría de forma correcta. Será la manera de purificarlo de infecciones que afectan a su misma esencia.
Para ayudarte:
-Hay entre 8-12 faltas de ortografía... Son los virus más fáciles de localizar. De estos errores no se dice nada en el enlace, pero tú seguro que los reconoces.
-De los otros errores de expresión, que en su mayoría sí están explicados en el enlace, hay entre 13 y 16 aproximadamente, repetidos o nuevos. -Te doy una pista aunque contra más fácil son las pistas, a nivel de ayuda, más despistan... y demás. No, no te doy pistas...
Empezaré con la voz de otro, con palabras
tantas veces citadas que debieran ser verdad. Nulla dies sine línea. La
frase latina, a través de Plinio el Viejo, se atribuye al pintor de Alejandro
Magno, Apeles. Casi Literalmente viene a decirnos que “ no hay que dejar pasar
ningún día sin escribir al menos una línea” y se ha aplicado, por tanto,
falsamente a la escritura un consejo de la pintura.
Aunque en el caso de D. JUAN RAMÓN BARAT está muy bien
traída. Barat pinta el enredo de una historia sobre la trasparencia de un
cristal a veces oscuro. Las palabras, levantadas con pericia, flamean como una
cinta tornasolada y fúlgida contra el crepúsculo de un misterio. Sabed que el
autor no solo es importante porque sea justamente famoso, que lo es, ni por los
premios que haya ganado, que los ha obtenido con el favor del público más
implacable y veleidoso que sois vosotros… No, es importante porque escribe y ha
tenido el interés de hacernos llegar después del eco su voz propia.
La escritura vivifica y da conciencia. Distingue a los
más vivos de los abismados y muertos. Estad atentos, especialmente los que
entre vosotros en soledad escribís vuestro pensamiento en una agenda, un deseo
en los apuntes de esa asignatura odiosa, o que simplemente caligrafiáis sobre
el pupitre una palabra de la que os asombra el brillo o la negrura.
No estáis solos, las soledades de los otros escritores os harán compañía, como
la del autor de un libro, DEJA EN PAZ A LOS MUERTOS, que nos ha hecho volar
algunos instantes sobre el sueño de nuestra propia vida.
El
más vivo que finado caballero de la triste figura os manda la salud
que él no tuvo para sostenerse. Movido a encargo por quien puede, el
eximio manco, os hace llegar esta pues él ocupado se está en no ser
encontrado en aquel conventillo de la Trinidad en el que tanto
polvo y aun losas se han levantado y levantan. Dicho por su
tableteante y mellada boca os envío pone de las paces que a
él se le arrebatan. Como entendedor de musas y abismos de ecos
noticia en punto tuviera de que en esa academia bermeja, o bermella,
de letras una falla (así nominan lumbre
quienes reciben a Apolo primeros en las Españas) una falla, digo, se
ha compuesto con mi persona (que es la suya, pues burla de sí hizo
en mí creando honra antes que desdoro). No le conviene a mi señor
don Miguel que mi testa sea muy fuera de proporciones sino urna
contenida y noble de cuitas que él, mi demiurgo Cervantes, tuviera.
Relación
entera me demanda de las leyendas que aderezan la tal falla y los
tales muñecos o ninotes. Gracias miles me encarga para vuestras
mercedes, para el artífice tallista o iluminador don Pablo Carrascosa
(que tan acertado apellido cervantino se arroga -y que me pide la
averiguación de si remanece de la familia de su Sansón Carrasco).
No le manda prosperidad a don Antonio Herrera o Herráez, quejoso
está de él por falta de firmeza en aderezar en la Vermellaria
ínsula el castellano, cuya gloria más tuerce que alzara.
Maguer
mi señor Saavedra asaz sufrido fue y es, no sufre las pocas letras
de este profesor presumido de leer el libro del famoso hidalgo,
cuando jamás supiera de él ni por las tapas. Mal se sostienen los
huesos del ingenio, mi Señor Cervantes, con luces tan menguadas como
las suyas son.
Pintura
me ha solicitado que se le envíe de esta fallera amenidad; que si
menos apagahogueras y más lumbres se prendieren en el reino menos la
tiniebla envolvería de necedades.
Somos,
en fin, heridos con la punta de vuestra arte magistral y con las
letras que la adornan. Queden el desdén de sabiduría y la
maledicencia lejos de esa casa del gusto que el Vermellar es, y aun
arca de oro y perlas sino arcón.
Vuestro
señor don Alonso Quijano. Post scriptum. Sírvanse enviarme pintura óleo o témpera, linotipia,
grabado en plancha o cristal o papel cebolla, obra en piedra dura o
blanda, mosaico...o bosquejillo en carboncillo de la tal falla; pues
mi escondido y cercano señor Cervantes anda muy curioso de ella.”
Esta es la carta maldiciente que he recibido vía internet. Como no creo que ninguna criatura de libro, por muy viva que esté en la imaginación febril de nadie, pueda escribir ni aun una o, otra será la mano cuya cabeza no se me pinta. Pero como me parece curiosa, y aquí brille luz y púrguense pecadillos, la voy a aprovechar menos por coraje que por utilidad. Valga esta para honrar, si bien torpemente, las excelsitudes sin parangón posible del señor de todas las letras, D. Miguel de Cervantes Saavedra. Dado que no sé tener texto sin poner preguntas, vengan pronto estas... 1 ¿Qué es lo que pide Cervantes a través de don Quijote que es el motivo principal de la carta? 2 ¿Qué significan "maguer" y "asaz"? 3 ¿Quién crees que es el destinatario de la carta? ¿Qué palabras te han permitido saberlo? 4 ¿Quién es Sansón Carrasco? 5 En la poesía "Xiquets, ha tocado el timbre..." (dedicado a aquellos que son vistos como amenaza cuando lo que son es orden) la palabra "gigantes" aparece en plural. Si estuviera en singular (yo soy de aquellos gigante), ¿el verso sería gramaticalmente incorrecto y no se entendería? Coméntalo. 6 ¿Qué piensa Cervantes del profesor que aparece nombrado? 7 ¿Quién crees que puede haber escrito esta carta? Explícalo.
8 Busca diez pares de palabras, si es que los hay, que rimen en asonante.